la vida es ese continuo y preciso trascurrir de emociones, sentimientos, sensaciones y acciones. Todas tienen sentido, todas tienen valor y todas la configuran.
maria

martes, 7 de febrero de 2012

andar descalza


Hoy estuve leyendo unos de mis blogs favoritos, su protagonista no solo coincide conmigo en el nombre si no ademas que le encanta andar descalza.

Reconozco que para mi es una delicia, me gustan todo tipo de superficies, incluso aquella ocasion que me tuvieron sobre un kilo de arroz dando pequeños pasos, cada una tiene su encanto, frias y calientes, pulidas y rugosas, todas tienen algo.

Caminar sobre la arena fina de la playa o sobre la hojarasca otoñal, cada una tiene su momento, sentir como la roca va limando las plantas de los pies, como la hierba fresca humedece todo tu ser, es un autentico disfrute sentir con los pies.

Y pensando en esto me ha venido a la cabeza una tarde en Sagunto. Cerca del puerto hay una zona de rocas de esas enormes y llenas de aristas afiladas, de las que ponen como para intentar detener al mar. Ese dia estaba atardeciendo cuando fui por alli a pasear, la playa casi desierta, el mar atizaba con fuerza y un frio humedo se incrustaba en mis huesos. Cuando llegue a las rocas me descalce y empece a teprar por ellas, cuando fui a colocar uno de los pies una de las aristas me hizo un corte profundo. Un dolor penetrante que me llegaba hasta el cerebro empezaba a marearme, del pie manaba lentamente un fluido calido y rojo, no se si el dolor o el mareo, pero cai al mar,

Recuerdo la entrada en el agua, como lamia mi pie mientras mi sangre se mezclaba con el agua terrosa y removida, sentia como me diluia en ella a la vez que el dolor iba desapareciendo, por un momento mi cuerpo se sumergio, se unio de tal forma con el agua que le lleno de una paz infinita, el dolor, el rojo de la sangre, el agua revuelta, todo desaparecio mientras iba consumiendo el aire que quedaba en mis pulmones.

No se el tiempo que trascurrio, mi boca desesperada busco la superficie y cuando la encontro lleno nuevamente mi cuerpo de un aire con sabor a sal, me inundo nuevamente el aire y la sonrisa.

A los lejos me llamaban, y acabe en la Cruz Roja, pero eso ya no importaba.

maria

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