Hace unos días leí una columna de un tal Perez Alvarez, una columna que hablaba de internet y de las nuevas formas de relacionarse, decía algo así como que uno se relaciona con nadie, se relaciona con sombras, no hablaba de los chats donde existía la posibilidad de llegar a conocerse, sino mas bien de los foros, donde distintas personas de distintas nacionalidades, discuten de lo divino y de lo humano, creando incluso cierta complicidad, pudiendo llegar incluso a ser amigos o enemigos, aunque por lo general nunca vayan a encontrarse.
A través de la palabra, de las opiniones compartidas o enfrentadas, sabemos unos de lo otros. Somos como sombras dialogando o discutiendo sin necesidad de vernos. A veces da la impresión de que somos sombras dialogando con sombras, y a veces una hecha de menos la proximidad, la cercanía, verle la cara al otro, decidir si hay empatia. En realidad nuestras opiniones quedan en manos de una sombra para la que no somos más que otra sombra. Quedan los viejos refugios de siempre, los cafés, las tabernas, las tertulias, pero una ya no sabe hasta cuando duraran. A lo mejor la realidad ha cambiado tanto que quienes nos seguimos reuniendo en paseos o en bares seamos sombras, y lo real, lo verdaderamente real, sea lo que sucede en la red. De que la realidad sean las sombras y lo que nosotros palpamos, olemos, tocamos, sea lo irreal, el sueño. No se quien dijo que un ciego que camina con sandalias cree que la superficie de la tierra es de cuero. Acaso llevemos siglos engañados y estemos entrando en lo real, en esa distancia, en esa lejanía, en esa imposibilidad de comunicarse con los demás, como sombras.
maria
A través de la palabra, de las opiniones compartidas o enfrentadas, sabemos unos de lo otros. Somos como sombras dialogando o discutiendo sin necesidad de vernos. A veces da la impresión de que somos sombras dialogando con sombras, y a veces una hecha de menos la proximidad, la cercanía, verle la cara al otro, decidir si hay empatia. En realidad nuestras opiniones quedan en manos de una sombra para la que no somos más que otra sombra. Quedan los viejos refugios de siempre, los cafés, las tabernas, las tertulias, pero una ya no sabe hasta cuando duraran. A lo mejor la realidad ha cambiado tanto que quienes nos seguimos reuniendo en paseos o en bares seamos sombras, y lo real, lo verdaderamente real, sea lo que sucede en la red. De que la realidad sean las sombras y lo que nosotros palpamos, olemos, tocamos, sea lo irreal, el sueño. No se quien dijo que un ciego que camina con sandalias cree que la superficie de la tierra es de cuero. Acaso llevemos siglos engañados y estemos entrando en lo real, en esa distancia, en esa lejanía, en esa imposibilidad de comunicarse con los demás, como sombras.
maria