«…la música es formalmente análoga a la vida emotiva; en ambas realidades existen formas de crecimiento y atenuación, de flujo veloz y aminorado, de detención, de terrible excitación, de calma o de sutil activación y de intervalos soñadores.»
Félix Meldensson
Alguien dijo en alguna ocasión que la cultura es el intento de hallar en lo transitorio y mudable aquello que es inmutable y eterno. Es un proceso en el que si solo empleamos nuestra mente probablemente se tardase mucho en llegar, un proceso en el que analizamos los hechos desde el exterior para luego generalizarlos.
Existe en nuestro interior una facultad que nos capacita a abreviarlo y puede estar en nuestra intuición, la función del Arte es llevarnos a la esencia de las cosas, esencia que en si es eterna y no temporal.
La música posee esa cualidad de síntesis que influye en nuestra imaginación y educa nuestras intuiciones, porque las intuiciones hay que educarlas y reforzarlas.
En la actitud Dominadora puede encontrarse esa inducción ese continuo reforzamiento de nuestras propias intuiciones, la conversión en contrastes de los pares opuestos que se complementan, como se complementa la Dominación con la sumisión.
La experiencia musical también tiene un significado interpersonal, creando un mundo de fantasía en donde se elaboran situaciones en las que se participa simbólicamente, evocando tendencias propias hacia otras personas con un significado universal para todos. Activar por parte del Dominante estos sistemas interpersonales creo que son la clave del cambio que experimenta cualquier sesión con determinada música, y como a través de esta herramienta el fluir de uno mismo puede ser lo que el Dominante quiera.
Mientras reflexiono sobre estos planteamientos, percibo que el Arte de la Dominación puede utilizar cualquier tipo de Arte, y mientras esto escribo tras leer muchos blogs y muchos post me doy cuenta como expresamos mediante música, poesía e imágenes todos aquellos sentimientos que difícilmente somos capaces de plasmar de otra forma.
Gracias música.
maria
Félix Meldensson
Alguien dijo en alguna ocasión que la cultura es el intento de hallar en lo transitorio y mudable aquello que es inmutable y eterno. Es un proceso en el que si solo empleamos nuestra mente probablemente se tardase mucho en llegar, un proceso en el que analizamos los hechos desde el exterior para luego generalizarlos.
Existe en nuestro interior una facultad que nos capacita a abreviarlo y puede estar en nuestra intuición, la función del Arte es llevarnos a la esencia de las cosas, esencia que en si es eterna y no temporal.
La música posee esa cualidad de síntesis que influye en nuestra imaginación y educa nuestras intuiciones, porque las intuiciones hay que educarlas y reforzarlas.
En la actitud Dominadora puede encontrarse esa inducción ese continuo reforzamiento de nuestras propias intuiciones, la conversión en contrastes de los pares opuestos que se complementan, como se complementa la Dominación con la sumisión.
La experiencia musical también tiene un significado interpersonal, creando un mundo de fantasía en donde se elaboran situaciones en las que se participa simbólicamente, evocando tendencias propias hacia otras personas con un significado universal para todos. Activar por parte del Dominante estos sistemas interpersonales creo que son la clave del cambio que experimenta cualquier sesión con determinada música, y como a través de esta herramienta el fluir de uno mismo puede ser lo que el Dominante quiera.
Mientras reflexiono sobre estos planteamientos, percibo que el Arte de la Dominación puede utilizar cualquier tipo de Arte, y mientras esto escribo tras leer muchos blogs y muchos post me doy cuenta como expresamos mediante música, poesía e imágenes todos aquellos sentimientos que difícilmente somos capaces de plasmar de otra forma.
Gracias música.
maria
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