la vida es ese continuo y preciso trascurrir de emociones, sentimientos, sensaciones y acciones. Todas tienen sentido, todas tienen valor y todas la configuran.
maria
maria
miércoles, 30 de noviembre de 2011
lunes, 21 de noviembre de 2011
el balon prisionero
De pequeña tenia un sueño, que me eligieran jugando al balón prisionero, no lo consegui, en todos los partidos siempre había dos madres que iban escogiendo uno a uno a los integrantes de su equipo, al final siempre quedábamos dos una chica coja y yo, y elegían a la coja, no lo recuerdo ni con frustración ni con tristeza, quizás la evidencia me hizo que no la llegara a sentir.
De mayor un dia como de accidente tropecé con mi vocación, mi proyecto de vida, ni de lejos había pensado en el, no lo había ni imaginado ni soñado nunca, pero paso asi, paseando por un lugar desconocido cai, y cuando me levante estaba inmerso en el, lo adoro, lo adoro, es una parte tan importante de mi vida,.
Este proyecto a veces se tambalea, pero me levanto y sigo, hasta ahora lo he hecho, hoy no es un buen dia lo se, no voy a dramatizar, asumo que mañana será mejor o peor pero no será hoy, pero a veces siento tanto que se tambalea como si el volcán del Hierro estuviera debajo moviéndome.
Hoy un poco mas los tecnócratas han minado los proyectos de vida, con sus armas de siempre, con su mirada inyectada en poder, lo han hecho un pelin mas.
Ahora prefiero recordar el dia que Mamen y sus hijos vinieron al pueblo, un paseo hasta la ermita y una explanada, ella dijo, venga chicos vamos a jugar al balón prisionero, yo soy madre quien se pone conmigo? Me acuerdo que marta dijo yo mama yo, venga a suertes quien elige primero, salió mamen, dijo bien elijo a … maria, fue la primera vez que me eligieron al balón prisionero.
Asi que probablemente aunque se tambalee lo mismo aparece Mamen y jugamos al balón prisionero.
Gracias por estar y por ser, muchas gracias.
Somos nosotros, cansinos y todo, pero nosotros.
jueves, 17 de noviembre de 2011
Etiopia
Hacía meses que no nos veíamos, algún sms ocasional y unas cuantas llamadas perdidas, entre nosotras da igual, ambas lo sabemos muchos años de conocernos, de vivirnos desde esa intimidad que da la no necesidad de mascaras ni argumentos, desde esa complicidad que da la no necesidad de excusar, si se puede bien si no también, desde esa belleza que genera la no obligación si no hacer las cosas porque salen sin más, desde ese fluir.
La vez anterior fue en la terraza de un bar, dos cafés cortados que se rellenaron mientras el sol decaía, a ti te gusta el sol y a mi fumar, así que la terraza de un bar. Me comentabas que tu tercera había pasado un trimestre en etiopia y que volvió distinta, llena y plena, te sonreí, recordaba a esa niña regordeta que escondía los donuts y me imaginaba a la mujer que volvía de etiopia, una tarde magnifica esa, como casi siempre las nuestras, aunque algunas sean de llorar en pasillos oscuros o de no poder estar en momentos deseados.
Ayer, ayer no había terraza –en principio-, sentada en una sala de espera yo leía, más bien releía una antigua carta, fue pura casualidad –me gusta tu risa con las serendipias-, igual que lo fue que ayer pudieras y yo pudiese, que vinieras y estuviese, que te viera distinta y me mirases de otra forma, ayer un día largo, tanto como otros.
Aun te siento caminar por el pasillo del hospital, acercarte con sol en los ojos, sonreír con ese brillo de picara mujer de clase bien, con la melena suelta, no nos besamos, no lo hacemos nunca, no nos tocamos como siempre, sabemos que lo hacemos por dentro y nunca lo hicimos por fuera y te reconocí.
Te reconocí en la mujer de hace años, en aquella que conocí ni recuerdo cuando pues a veces pienso y siento que te conocí siempre, que nacimos a la vez y nos encontramos hasta en la guardería, no lo se, pero ayer reconocí de nuevo a esa mujer, que tarde amiga mía.
El tiempo fue un maldito aliado y paso tan rápido, no paramos de hablar y tomaste tu licor de hierbas, solo bebes alcohol conmigo y me dijiste lo que me maravillo oír, maría he vuelto de etiopia, lo encontré, lo que había perdido, mi proyecto de vida, el sol de etiopia, las manos en etiopia, la vida allí, volver a ser, fui yo maría, la que tu conociste y que siempre bebe licor de hierbas cuando le apetece, y descubrí que yo no tengo etiopia, pero me encanta que tu la tengas y aunque tengas que esperar que Santi y marta que no sean mocosos, dentro de poco estarás allí en tu etiopia, gracias amiga, no tengo etiopia pero le tengo a Él y ese es mi proyecto de vida, ese es en otro sitio el sol, aunque donde yo iré llueve cinco meses al año, el sol brillara como en tu etiopia.
Te quiero
maría
domingo, 13 de noviembre de 2011
Croquetas de aceitunas
Me gustan las croquetas y me gustan mucho, fundamentalmente las mías será porque las hago a mi gusto, aunque hay días que no consiga el toque justo. Si ya lo sé, le digo a Ud. el que mira con sonrisa de medio lado diciendo ¡jeje eso es que no has probado las mías!, no dudo que sean mejores ni más ricas, pero es que me gustan las mías, esperemos a probar las suyas J
Me gustan las reuniones, pequeños lagos de diversión en la rutina diaria, sobre todo cuando vamos con la sana de idea de disfrutar, todos de todos, me gustan mucho. Me trasladan a mil momentos de placer surcados de sonrisas,
Ayer se juntaron los dos eventos, tras un día de trabajo poco efectivo hice croquetas y fui de reunión, así que la sonrisa estuvo presente y el disfrute aun más,
He hecho croquetas de todos los tipos a lo largo de mi vida, no me he cerrado a ningún ingrediente por muy raro que me pareciese, gracias a ello he descubierto sabores distintos, texturas que no me recordaban lo conocido. En ocasiones mis croquetas me han permitido paladear con agrado y en otras mirarnos los comensales como diciendo ¡¡que demonios es esto!!, porque no hago croquetas para mi sola, probablemente alguno pensara que es tontería, pero las croquetas no las puedo tomar sola, me siento como con vacio.
La croqueta como las reuniones necesitan de un protocolo nada rígido, pero de una preparación, de un dejar reposar, de un conocer los ingredientes y de ir muy despacio. Es cierto, entono el mea culpa, hubo un tiempo que me compre la dichosa thermomix, hubo un tiempo en que mis reuniones se habían convertido en una obligación social, y como necesitaba hacer tantas croquetas use ese utensilio para aliviar las vueltas de cuchara, pero no, no eran iguales, no era nada divertido, no disfrutábamos lo mismo, así que la thermomix descansa en un trastero o sirve ocasionalmente para rallar el pan.
Ayer hice croquetas, de muchos sabores, de formas distintas, croquetas de huevo, de jamón, de chorizo, de queso, de piñones, croquetas redondas y pequeñas que caben en la boca, croquetas alargadas que precisan de tenedor, cada ingrediente tiene sus formas, cada sabor sus maneras, y en ese forma-sabor, las de aceitunas.
Ayer tuve una reunión llena de magia y buenos momentos, y créanme si les digo que a no ser que me lo pidan no volveré a hacer croquetas de aceitunas, al menos de aceitunas verdes, porque descubrí que no me gustan nada y lo que es peor que a ninguno les gustaron, eso sí espero que mis gallinas den buena cuenta de ellas y pongan unos estupendos huevos para hacer una buena tortilla, porque de todo –aunque nos parezca a veces difícil- sale siempre una sonrisa.
Disfruten de la vida, y de un domingo de noviembre con o sin croquetas.
Saludos y sonrisas
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