Hacía meses que no nos veíamos, algún sms ocasional y unas cuantas llamadas perdidas, entre nosotras da igual, ambas lo sabemos muchos años de conocernos, de vivirnos desde esa intimidad que da la no necesidad de mascaras ni argumentos, desde esa complicidad que da la no necesidad de excusar, si se puede bien si no también, desde esa belleza que genera la no obligación si no hacer las cosas porque salen sin más, desde ese fluir.
La vez anterior fue en la terraza de un bar, dos cafés cortados que se rellenaron mientras el sol decaía, a ti te gusta el sol y a mi fumar, así que la terraza de un bar. Me comentabas que tu tercera había pasado un trimestre en etiopia y que volvió distinta, llena y plena, te sonreí, recordaba a esa niña regordeta que escondía los donuts y me imaginaba a la mujer que volvía de etiopia, una tarde magnifica esa, como casi siempre las nuestras, aunque algunas sean de llorar en pasillos oscuros o de no poder estar en momentos deseados.
Ayer, ayer no había terraza –en principio-, sentada en una sala de espera yo leía, más bien releía una antigua carta, fue pura casualidad –me gusta tu risa con las serendipias-, igual que lo fue que ayer pudieras y yo pudiese, que vinieras y estuviese, que te viera distinta y me mirases de otra forma, ayer un día largo, tanto como otros.
Aun te siento caminar por el pasillo del hospital, acercarte con sol en los ojos, sonreír con ese brillo de picara mujer de clase bien, con la melena suelta, no nos besamos, no lo hacemos nunca, no nos tocamos como siempre, sabemos que lo hacemos por dentro y nunca lo hicimos por fuera y te reconocí.
Te reconocí en la mujer de hace años, en aquella que conocí ni recuerdo cuando pues a veces pienso y siento que te conocí siempre, que nacimos a la vez y nos encontramos hasta en la guardería, no lo se, pero ayer reconocí de nuevo a esa mujer, que tarde amiga mía.
El tiempo fue un maldito aliado y paso tan rápido, no paramos de hablar y tomaste tu licor de hierbas, solo bebes alcohol conmigo y me dijiste lo que me maravillo oír, maría he vuelto de etiopia, lo encontré, lo que había perdido, mi proyecto de vida, el sol de etiopia, las manos en etiopia, la vida allí, volver a ser, fui yo maría, la que tu conociste y que siempre bebe licor de hierbas cuando le apetece, y descubrí que yo no tengo etiopia, pero me encanta que tu la tengas y aunque tengas que esperar que Santi y marta que no sean mocosos, dentro de poco estarás allí en tu etiopia, gracias amiga, no tengo etiopia pero le tengo a Él y ese es mi proyecto de vida, ese es en otro sitio el sol, aunque donde yo iré llueve cinco meses al año, el sol brillara como en tu etiopia.
Te quiero
maría
Etiopía es cualquier lugar donde esté tu corazón, María. Te queremos...
ResponderEliminarPues no, ejém..., no soy Etiopía, pero soy tu "Haile Selassie", ¿no?. Entre Vietnam y Etiopía, toi apañao, carajo...¡¡con lo bonita que es España!!
ResponderEliminarUn besito, de tu..."proyecto de vida", ejém. Te amo, vida..., MI María.
Chema (CONFUCIO)