Hoy ha sido un día de hablar de optimismo, de actitudes ante la vida, de formas de enfrentarse al devenir de los días, hoy hablamos de ello y en mi paseo por las páginas que frecuento he encontrado más optimismo.
Esto me ha hecho recordar a Adrian, y me gustaría contar su historia.
Suelo pensar, que lo que somos cada uno de nosotros es resultado. en parte, de lo que los demás escriben en nuestras vidas y aunque creo que me ha gustado desde siempre ver las cosas con una sonrisa, si alguien me enseño que era el optimismo, ese fue Adrian.
Hace ya unos cuantos años trabajaba en un área de salud de una zona rural, la medicina rural te permite un acercamiento distinto a los que requieren tus conocimientos, en aquel entonces preparamos un grupo de cuidados paliativos y me encargue del mismo, así que con mucho entusiasmo y un montón de gente increíble nos pusimos en marcha, sabíamos que no era fácil, pero a todos nos apasionaba, y así iniciando este proyecto apareció Adrian.
Adrian tenia catorce años, padecía una enfermedad de nombre larguísimo y para la que no existe en la actualidad ningún tipo de tratamiento, generalmente los afectados no suelen llegar a cumplir más de diez u once años, pero Adrian era distinto, era diferente para todo, cuando llegue a su casa no sabía lo que me encontraría, decir que no iba algo asustada es falso, no solo se trataba de un niño, si no que era un niño en terminalidad, con un pronóstico no mayor de tres meses y que padecía una enfermedad de la que nadie tiene mucha idea, pero entrar en aquella habitación, que frecuente después durante meses, fue un aire distinto de vida, aunque lo intente no creo que pueda describir su sonrisa, sus ganas de disfrutar de absolutamente todo, su ingenio a la hora de mantener la atención fuera del dolor y del sufrimiento, el amor que nos entregaba día a día y sus ojos abiertos ante todo.
No, no todo fue idílico, no lo fue, hubo días y noches que no pude entender, que mi ira hacia la propia incompetencia de esos afamados conocimientos, me generaba una frustración exasperante, pero allí estaba la sonrisa de Adrian, su voz gruesa y su risa contagiosa, sus manos en las mías, sus labios de bienvenida cada mañana, su sueño inducido y sus pequeños quejidos, ay jovencito que grande fue Usted.
El día que te fuiste fue un día lleno de luz, de esos de primavera que tanto te gustaban, tu sonrisa en los labios se marcho contigo, nunca hablamos de la muerte porque tú siempre fuiste y serás vida.
Gracias Adrian, en parte por ti, sigo siendo vida.
maria
uffff María y yo q venía contento a invitarte para que pasaras x mi blog para que recogieras un pequeño presente y me encuentro con tus letras uff de corazón, se me ha hecho un nudo en la garganta en pensar en esas criaturas en fase terminal y sin embargo tan llenos de vida pese a su enfermedad, siempre con una sonrisa en su rostro que te llega a alma y te hace reflexionar sobre lo amargo y dura que puede ser la vida tanto para ellos como para sus padres y familiares....
ResponderEliminarun gran abrazo.
DJ.
no haga nudos en su corazon, conoci a Adrian y se que el no querria, el le diria, ria y disfrute de la vida
ResponderEliminarbesos y sonrisas
maria (vida)