En muchas ocasiones he vivido la tendencia masoquista con una inquebrantable soledad, como un cierre de sensaciones poco participativas que me engullian como una ostra, como una especie de reto a las sensaciones del otro, como si esas sensaciones, las del otro digo, anduviesen por un lado mientras que el dolor, ese dolor que me provocaba fuera unicamente mio, podria parecer egoista o no, ni me meto a juzgarlo, pero era el sentimiento.
Es cierto que este argumento lo he oido en muchas ocasiones, y aunque a veces me he obstinado en llevar la contraria, pocas han sido las situaciones en que no ha ocurrido, no voy a sobredimensionar pero tampoco a infravalorar, pero si que quiero expresar la enorme diferencia -para mi claro- que existe entre el dolor cuando uno se cierra y el dolor cuando uno lo vive en compañía, porque entonces el dolor, aunque sea el mismo, solo es una forma de volar a un mundo de sensaciones donde una cuerda muy fina une la fusta con el culo azotado y lo convierte en lo mismo, es entonces cuando una siente que ya no es una sino que es vida.
maria
Se podría escribir algo parecido sobre la soledad del sadismo cuando no existe ese contacto íntimo y único del que hablas.
ResponderEliminarSaludos.
Marlowe, gracias por su apreciacion, en pocas ocasiones he pensado en la soledad del sadico, pero si que es cierto que una de las miradas con mayor soledad que he visto fue en una sesion entre un Ama y su sumisa, la mirada del Ama me impacto, y ambas con una gran soledad, saludos
ResponderEliminarEl corazón al que se vuelve, la mano que recoge, los dos pares de huellas (o uno, según el momento) sobre la arena...
ResponderEliminarMi deseo para este 2012 es que siempre hagas esos viajes en la maravillosa compañía de tu Dueño.
Te quiero. Os quiero.
Una entrada preciosa, coincido contigo en lo que a la soledad se refiere y la gran diferencia cuando el sentimiento es compartido en el contacto. Un saludo
ResponderEliminarDespertant