pavese, estar vivo
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Estoy vivo y he sorprendido las estrellas en el alba.
Mi compañera continúa durmiendo y lo ignora. Mis compañeros duermen todos. La clara jornada se me revela más limpia que los rostros aletargados.
A distancia, pasa un viejo, camino del trabajo
o a gozar la mañana. No somos distintos, idéntica claridad respiramos los dos y fumamos tranquilos para engañar el hambre. También el cuerpo del viejo debería ser sano y vibrante -ante la mañana, debería estar desnudo.
Esta mañana la vida se desliza por el agua
y el sol: alrededor está el fulgor del agua siempre joven; los cuerpos de todos quedarán al descubierto. Estarán el sol radiante y la rudeza del mar abierto y la tosca fatiga que debilita bajo el sol, y la inmovilidad. Estará la compañera -un secreto de cuerpos. Cada cual hará sentir su voz. No hay voz que quiebre el silencio del agua bajo el alba. Y ni siquiera nada que se estremezca bajo el cielo. Sólo una tibieza que diluye las estrellas. Estremece sentir la mañana que vibre, virgen, como si nadie estuviese despierto.
cesar pavese
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No definido dijo ...
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Estos dos fragmentos son del libro "El oficio de vivir" tambien de Cesare Pavase es un diario.
28 de enero
Cualquier desventura, o nos hemos equivocado y no es una desventura, o nace de alguna culpable insuficiencia nuestra. Y como si nos equivocamos la culpa es nuestra, así no debemos culpar a otros, sino a nosotros, de cualquier desventura. Conque consuélate.
17 de noviembre
Toda mujer desea ávidamente un amigo al que confiarse y con quien llenar el vacío de las horas en que el tercero esta lejos; exige que ese amigo no le perturbe su amor; se irrita cuando le pide algo que se interfiere con su amor; pero si el amigo se encierra en si y mortifica sus miradas y sus palabras con el único fin de no sufrir con ese deseo, al punto la mujer -toda mujer- saca de nuevo miradas, uñas y palabras para saber que sufre y verlo sufrir. Y lo hace sin darse cuenta.
Y sobre todo, recuérdese que hacer poesías es como hacer el amor: nunca se sabrá si la propia alegría es compartida.
Es increíble que la mujer adorada venga a decirnos que sus días son vacíos y angustiados, pero qué no quiere saber nada de nosotros.
La compensación de haber sufrido tanto es que después morimos como perros.
Los grandes poetas son tan raros como los grandes amantes. No bastan las veleidades, las furias y los sueños; se necesita algo más: cojones duros. Que se llaman también mirada olímpica.
C. Pavese.
Besos
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vida dijo ...
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Ay kara el oficio de vivir, que diario de sinsabores, descubrir la melancolía y la tristeza unidas a la lucha continua, que venció, a pesar de su suicidio pienso que venció, ("La dificultad de suicidarse reside en esto: es un acto de ambición que solamente se puede cometer cuando hemos superado toda ambición". Nadie se suicida solo, sino que le suicidan todos y cada uno de los miembros que componen la sociedad del suicida. Esto lo escribió Pavese casi veinte años antes de suicidarse).
Si tienes tiempo te aconsejo “Vendrá la muerte y tendra tus ojos”.
Un beso niña, te dejo un poema de Pavese, otra forma de ver la sumisión.
Ha reaparecido la mujer de ojos entreabiertos
y de cuerpo concentrado, andando por la calle. Ha mirado de frente, tendiendo la mano en la calle inmóvil. Todo ha vuelto a resurgir.
En la luz inmóvil del día lejano
se ha quebrado el recuerdo. La mujer ha alzado la frente sencilla y su mirada de entonces ha reaparecido. Se ha tendido la mano hacia la mano y el apretón angustioso era el mismo de entonces. Todo ha recobrado colores y vida con la mirada concentrada, con la boca entreabierta.
Ha regresado la angustia de días lejanos
cuando un inesperado e inmóvil estío de colores y tibiezas emergía ante las miradas de aquellos ojos sumisos. Ha regresado la angustia que ninguna dulzura de labios abiertos puede mitigar. Se cobija, fríamente, en aquellos ojos, un inmóvil cielo. Era tranquilo el recuerdo bajo la luz sumisa del tiempo, era un dócil moribundo para quien ya la ventana se aniebla y desaparece. Se ha quebrado el recuerdo. El apretón angustioso de la leve mano ha vuelto a encender los colores, el verano y las tibiezas bajo el vívido cielo. Pero la boca entreabierta y las miradas sumisas no dan vida más que a un duro, inhumano silencio. | ||
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