la vida es ese continuo y preciso trascurrir de emociones, sentimientos, sensaciones y acciones. Todas tienen sentido, todas tienen valor y todas la configuran.
maria

jueves, 5 de mayo de 2016

Pequeños momentos que nos llenan la vida

Una de las cosas que mas me gustan del dia es cuando llega el final de mi jornada laboral y llamo a casa para decir que ya he terminado. Hoy su voz al otro lado del telefono solo ha dicho: "ya tardas".

Como suele ocurrir en los casos que más ganas tienes de acabar, en la puerta me han entretenido; el metro ha parado en todas las estaciones más de lo habitual y los transbordos han cuadrado fatal.

Mi entrada en casa es siempre un placer; poder abrazarle y sentir un azote porque husmeo entre los fogones; poner la mesa; charlar del día; disfrutar de la comida y despues sentarnos en el sofa. El suele echarse un rato, siento sus pies en mi cuerpo y mientras cotilleo las paginas habituales, le veo, le huelo, le respiro, le vivo.

Hoy también me ha dicho: "llamame a las cinco". Suele dormir un rato sin preocuparse de la hora, pero hoy no. Eso si, no ha dicho mas, asi que sabia que me aguardaba sorpresa. En esos momentos no pregunto, me encantan las sorpresas, asi que a las cinco ya estaba vestida esperando.

Y empezo una tarde mágica.

De los primeros paseos que dabamos, cuando nos conocimos, uno fue cerca de mi lugar de trabajo. Durante ese paseo observamos una tienda de mascotas y alli habiamos reido viendo un collar -para perros- con distintos nombres. De eso hace dos años, pero a El no se le habia olvidado.

Asi que hoy cuando el metro nos llevo a Quevedo y empezamos a pasear por alli, me he encontrado en la puerta de la peluqueria canina; una sonrisa de oreja y oreja; un dependiente que se reia -con rubor en las mejillas- mientras me probaba el collar y ensartaba las letras; risas cuando ha puesto "diva"; mas risas cuando hemos dicho que el nombre era "vida".

Es curioso, nunca he sentido que llevar un collar fuese mas o menos importante, pero la ilusión me acompañaba con aquel collar en el bolso.

Pasear por Madrid; sentir sus manos y sus dientes, agazapados en las esquinas del andén de metro; saltando; riendo y de ahi a Chueca.

Alli hay una tienda que hemos frecuentado unas cuantas veces, todo material sado. Hemos disfrutado con todos los artilugios y de la amabilidad de la pareja que la regenta. Me he despitorrado cuando ha entrado un trio de jóvenes mujeres y me han confundido con la dueña del sitio.

Mas compras: una preciosa fusta de bambú, un guante de cuero repleto de pinchitos y ¡¡ufffff!!, unas esposas de acero. Es increible, no habia sentido nunca el efecto que producen unas esposas en mis muñecas, pero de eso me daria cuenta más tarde.

Porque lo mejor me lo dejo para el final..., al llegar a casa. Os puedo asegurar que la fusta de caña es una verdadera mordedora de carne.

No me gusta ir de compras, pero si es contigo me encanta.

Disfrutar de la vida, de los momentos, de los pequeños objetos y de ver tus ojos cuando juegas con la fusta, es mágico, como Tu.

Te amo.

Tu puta perra, vida     
  
21-6-2013

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gracias por visitar mi casa